miércoles, 24 de noviembre de 2010

La hispana inquisición le quemó en efigie.
Calvino le tuvo peor sangre.
¿Lo habéis copiado, inefable audiencia?
La intolerancia del reformador protestante
era casi comprensible.
Miguel Servet era abnegado médico,
indomable descubridor,
un poco bocazas y pésimo teólogo.
¡Tres hurras, por el mártir aragonés!