Hipogeos, capillas, "botteghe", ninfeos, lápidas y catacumbas...
Pero en el fondo: láminas. Láminas que relatan lo pensado ante lo arqueológico visto, que rellenan vacíos de información con adivinaciones y que otras veces parecen proponer adivinanzas. Láminas imposibles, entre los chispazos de brillantes especulaciones, lucidez pesimista y empanada mental. Láminas que fabulan entre mitologías, religiones y el peso destructivo del tiempo histórico. Láminas darwinianas.
Técnicamente se apoyan en la copia de lo existente bajo la apariencia de las acuarelas o las temperas de cuadernos de campo pintados reflexivamente por arqueólogos descubridores. En ellos habita el romanticismo de la ruina, la tristeza de lo roñoso. Su tema...
Decíamos en otro sitio, que Manolo Jular se fue a Sicilia... Italia, Sicilia más aún, es el resumen de la variopinta muestra de culturas que acompañaron las dominaciones políticas y económicas mediterráneas. Griegos, etruscos, romanos, fenicios, cartagineses, árabes, aragoneses, catalanes, normandos, turcos... Todos han estado antes o después en la antigua Trinacria. Casi todos. Y casi todos los dioses. En las catacumbas de Agrigento, Cristo, su cruz, convive escatológicamente con las ofrendas a Isis, de la misma manera que las primitivas poternas griegas han servido de base a los topos cristianos para cavar las galerías salvadoras en las persecuciones. La vida y la muerte se estrechan la mano bajo tierra, porque el refugio protector ha de ser también necrópolis.
MJ ha vuelto completamente impresionado: –Desde la belleza de los arquetipos helenos a las toperas de los primitivos cristianos todo convive en ese mestizaje que me resulta tan querido. Pero sobre todo la muerte y sus paisajes, el ritual de cavernas e hipogeos, los juguetes que acompañan al pasante hacia el “más allá”. Es irónico... porque en el exterior de ese paisaje de la muerte, que es un hipogeo, el olivo está presente, la ginesta, el tomillo y el orégano se enzarzan, bajo un sol apolíneo ante la boca abierta de la cava. Dentro, se intuye –intuye Jular– la temida sombra eterna. Una doncella coquetea, la muerte, inexorable, mide la hora. Por ejemplo.
Y empezó a pintar. "Julareó" la boca de un genuino sepulcro, pidió prestada a Hans Baldung la fábula medieval y construyó una lámina ucrónica que fué su primer hipogeo, Hipogeo de la Doncella y la Muerte. En el ruinoso recinto amurado del Valle de los Templos, los nichos y las arcadas paleocristianas que conviven con el templo griego de la Concordia, aparecen bajo formas y organizaciones caprichosas. –He imaginado un Grial levantado por las tres Gracias y colocado tres manzanas en un cenotafio de tres nichos. Si el bello Alejandro (llamado también Paris) al juzgar sobre la belleza de Hera, Atenea y Afrodita, hubiera tenido no una, sino tres manzanas (una para cada diosa), la guerra de Troya no habría tenido lugar.
Pero la sorpresa más paradójica –y profundamente dolorosa– la constituye comprobar la contemporaneidad de la obra bella con la crueldad humana. Permitidme una digresión: El escultopintor y “escenógrafo” Fidias crea maravillas bajo la influencia y gobierno de Pericles que impone en Atenas una genuina democracia “vigilada”. El dinero sale del botín de guerras, a veces fratricidas. El filósofo Sócrates, que convivió con ambos cerca de 40 años será condenado a muerte por una asamblea popular, que parece creer en los dioses hasta el crimen. Por otra parte ¿qué hacen los oscuros designios de los dioses sino favorecer el crimen? Jular al pintar el Hipogeo de Cassandra, relata como la profetisa troyana intenta escapar de su violador poniéndose a los pies de la diosa enemiga. Un dios, que prefiere guardar el anonimato –sin insignias, ni otro atributo que una olímpica indiferencia– da testimonio, como si estuviera en un teatro barroco. En el Hipogeo de Afrodita perpleja, la fatídica manzana gravita sobre la diosa del amor, que ocupa el centro de una lámina abocetada, tan amarilla como el propio mito. En el de Afrodita geómetra, la diva fantasea manzana en mano en una torre que semeja una ergástula.
Algunas láminas se sumen en un sueño premonitorio: Ariadna, como en la ópera de R. Strauss, flota fundida sobre la piedra sepulcral esperando al Dionisio liberador. Un arcaico Kouro, impávido, parece escuchar las confidencias de un alegre y juguetón Ganímedes, desemparedado de un vaso de arcilla para amurarse en una pared subterránea. (Hipogeo de los alegres muchachos). Una Victoria Alada puede convertirse en el Hipogeo de la inútil melancolía, porque ¿para qué sirven las alas en un estrecho cenotafio? –Bernini metamorfoseó a Dafne en laurel (con la orden y complicidad de Apolo) bajo la materia de un exquisito mármol blanco. Yo he petrificado “a los tres”, en un mausoleo de barroca piedra marina, como un telón de un viejo ballet.
Así que la catacumba encierra la cripta, que encierra el cenotafio, que encierra el hoyo, que encierra la urna, que encierra... Y en un empeño de arrastrar a lo desconocido algo de lo que en vida se poseyó, estas toperas mortuorias terminan llenas de todo tipo de sugestivos y mestizos “juguetes”. Jular juega con el tiempo histórico (en otro sitio hemos escrito que jularea) trayendo y llevando estos cachivaches espectaculares que son los objetos artísticos. Así un broncíneo gato, o un perro desmedrado de Giacometti puede pasear un florido enterramiento, o formar parte del Hipogeo de Ganímedes y el perro flaco, también conocido como de San Giacometti. O bien, un efebo apolíneo de apariencia helenística (esta vez la ucronía no es tan acusada) descansa su mano mutilada, contemplando un nicho sobre el que campea –una sibilante sierpe– la señal divina.
Todo aparece bajo el carácter de un descubrimiento, tras los ojos de una adivinación –inventada o no–: los hombres creemos ser acechados por dioses, perseguidos por diosas, que se divierten con nuestras penurias gracias a sentimientos, que nosotros mismos les prestamos. Es un ejemplo.
Y es un asombro. –Sí, porque uno patrulla estas ruinas, por las que han rulado tantos vientos, con la desoladora sensación de ser un primate, atónito ante la capacidad abstracta –mental/manual– de las gentes que las habitaron. Y por eso Jular ha traído a estas láminas a los pensativos bonobos, más evolucionados –entre otras cosas más hábiles, a veces copulan de frente y “cariñosamente”–, que otros simios de nombre, hasta hace poco, más conocido. Son, hasta ahora, siete pinturas. Ocupantes, o turistas, en medio de esta hermosa herencia romántica, que el inventado padre Cronos ha cargado de misterio y Zeus-Jehová-etcétera, de dolor, los bonobos construyen una doble meditación (a lo "planeta de los simios"). que, por obvia no voy a explicar. Jular ha visto a uno de estos parientes –no demasiado lejanos– indolentemente tumbado, en una cripta cuya naturalidad contradice la picante pintura pompeyana del techo. Es el Hipogeo de la ardiente soledad. Otro primate, más reflexivo, desprecia los presentes y ofertas de una bottega erótica (Hipogeo del teorema), meditando sobre geometría clásica. En otra catacumba (Hipogeo del aprendizaje), bajo la misma pintura y un herma priapesco, el primate practica con un ambiguo congénere un amable juego amoroso. En Hipogeo de los dos amores, lo ha colocado en difícil equilibrio entre dos mundos, la Venus victrix, trasformadora de corazones y la Madonna degli Mille Putti. No se asusten, en italiano, un putto es un amorcillo angélico.
En algunas láminas aparecen los gatos. Permanentes, territoriales y seguros testigos. Quizá inmortales. También aparece la cannolina segretta, el west highland familiar. Anche questa posee floridos mausoleos propios (Hipogeos della cannolina segretta, 1ª y 2ª versiones), es también la guardiana petrificada del Hipogeo bipolar del autor. Por ello, por el humor un tanto ácido, esta cueva más parece un ninfeo que un fosario. Amén. ........ He desordenado, voluntariamente, el discurso para finalizarlo volviendo al Cristo de la escatología judeocristiana. El parecido de alguna obra de Giacometti con juguetes o exvotos etrusco-romanos no es casual. La apariencia de primitivismo de la Pietá Rondanini, menos aún. Buonarrotti construye un Cristo inacabado, que más que reposar en el regazo de la Dolorosa, parece llevarla a cuestas. La obra es tan ambigua como la propia inutil crueldad, que respira el invento cristiano de la salvación. El rostro del dios/hombre es borroso y la capucha de la madonna muestra un pentimento, que parece parte de un segundo rostro “olvidado”. Su sitio no debería ser el museo, sino la tumba cósmica. –He situado el magnífico exvoto intemporal de Miguel Angel hacia la piedra primitiva, o hacia el universo abstracto, con mi cabezota demasiado caliente por la salvajada redentora. y he llamado a esas láminas –varias versiones–Hipogeos de la crueldad inútil. Tras haber colocado un Ecce Homo popular, de los que hacen guardia en hornacinas callejeras, en una genuina garita mortuoria, MJ saltó en el espacio/tiempo sustituyendo el Cristo siciliano por la maravillosa talla de Gregorio Fernández. Así nació barroco, sobre "barroco" bárbaro, el Hipogeo del Flagelado.
Alguna repetición demuestra que el signo/símbolo/señal es intercambiable, o al menos al autor se lo parece. Las iglesias barrocas abren su oscuridad de catacumba hacia altares, (galería de arte) que parecen enriquecidos cenotafios: lo vegetal, lo aurífero, rodeando la bocacha teatral de un nicho, la fuerza del arco abovedado común en altares, cuevas, botteghe...
La presencia de la muerte en las románticas ruinas es polivalente. El deterioro, que convierte en bello lo cotidiano, puede venir del dulce y doméstico paso del tiempo como la mecedora de la abuela. Más frecuentemente es fruto del desastre, de la catastrófica movida terrestre (los "dioses" plutonianos), o marítima. Otras veces es fruto del homicidio esclavista y genocida, o del magma sanguíneo de la entraña de Gea. Así pasan el arte y las artesanías, rotas y envejecidas, a ese rango de insano siniestro cargado de misterio, la dramatización del recuerdo.
Incluso con lo que tiene de teatral. Los calcos – que G. Fiorelli realizó en 1860– de personajes enterrados en Pompeya y Herculano por la tremenda explosión del Vesubio en el año 76 D.C. son un ejemplo. De entre los cientos de seres aterrados por los furibundos cambios geológicos, un par de docenas de ellos, volatilizados, han dejado huella de última pose, que hoy podemos contemplar gracias a i calchi.
El mestizaje de culturas y añadas, la entrada en la obra de otros, no siempre anónima, lleva al homenaje. Este es el sentido de las láminas dedicadas a José de León, o al escultor Amancio González, que no serán las únicas que Jular realice. En ese terreno andan ahora las nuevas láminas de MJ. ... ... ...
Estas líneas continuarán (si deben continuar) transcritas por Marta, que en algunos casos cita textualmente a Manuel Jular. Verano/Otoño de 2011.
I Calchi
Dramático calco rescatado en Herculano.
Los primates
Las siete láminas de los bonobos forman parte de una serie que estoy "construyendo" en estos mismos días. Los jodidos bichos se me han escapado antes de acabar todo el texto y títulos.Lo siento. Las otras pinturas, incluída la "tumba de Arquímedes", forman una parte mínima de la "colección verano/otoño 2011. Seguiremos publicando.
Manuel Jular en el Fornos
Un pequeño número de pinturas (diez) de la serie Hipogeos, capillas, etc.... se está exponiendo en dos tandas y a lo largo de estos dos últimos meses del año, en la Taberna/Vinoteca Fornos de León.
Esculturas en Ármaga
Las cinco piezas de la serie Bronces marinos.
Serie Bronces marinos
Bunker
Serie Bronces marinos
Rosa de los vientos
Serie Bronces marinos
Celos del viento
Carta abierta a modo de “justificación” con una dedicatoria final
Decía Franz Marc que “el espíritu acosa a la pintura”. Puede que quisiera decir que, se acaba la obra hermosa, por sí misma, o por lo que retrata, para dar paso a otro arte cargado de significados más complejos. Vale.
Sometido, y acostumbrado desde hace más de 50 años, a considerar la pintura como “una cosa mental” y “comprometida”, me encuentro un tanto perplejo al presentar esta exposición de Ármaga. Porque no puedo dejar de pensar que, por encima (o detrás) de los elementos eclécticamente situados en la muestra, alguna razón/sinrazón me ha empujado a exponer una mixtura de piezas bastante singular.
La “mise en scene” de los cuadros más antiguos responde a un deseo –para mí una orden– de Asun y Marga de exponer algo de “pintura pintada”. Lo hago con gusto, aunque se sacrifica la unidad. Son telas del siglo pasado, que han sido expuestas una sola vez. Algunas, como mi preferida Hagía Tríada, nunca.
Las pequeñas esculturas pertenecen a una época de transición. La dialéctica entre la naturaleza y el signo es una de las razones que (ahora) me empuja hacia el trabajo con los ordenadores. Fueron en su momento presentadas como maquetas, pero esta es la primera vez que se exponen con la presencia añadida del bronce y su “perpetuidad”. Todo lo demás constituye, o forma parte de los cientos de imágenes que, durante los últimos años he inventado, mezclado, adobado, filtrado, recortado, impreso, etc. –en definitiva: creado– desde los programas de dibujo de mis ordenatas.
He optado por dejar fuera –fundamentalmente por el tamaño tan íntimo de la sala– algunas de mis series más especulativas (Espirales, Jáculas, Gran Guiñol de las Injurias...) para hacer una “expo” amable, no exenta de ironía y distanciamiento, menos cafre de lo habitual y un tanto esteticista. Un poco a la manera de una vieja muestra de 1987, que titulé Pequeños Formatos.
Las seis figuras con nombre femenino, las pequeñas Follies Dollies in Love –Betty, Jolly, Kirsten, Sheeba, Ysobel y Miss Fly– viven su áspera belleza (o su olímpica fealdad) entre la dudosa comprensión que aporta mi componente femenina y una posible misoginia culposa. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. O no.
Los bodegones –prefiero este concepto tan español al cliché francés natures mortes– y flores responden a una tierna mirada sobre hechuras pictóricas de principios del siglo pasado. He tratado de hacer una parte de mi trabajo fundiendo, o confrontando mis ideas versus las confortables maneras ( a la manera de...) aprendidas de las “modas eternas”. El resultado son unas obras nostálgicas, más plenas de homenajes, que de “préstamos”.
Finalmente, 10 o 12 telas más, los llamados paisajes (como muchos de mis “antiguos” cuadros) flotan en el confuso magma que algunos llaman expresionismo abstracto. Un nombre, probablemente demasiado grande para estas pinturas, que están llenas de guiños cómplices y humor sincero. Y, sobre todo, de emocionada admiración ante la naturaleza y sus variopintas estructuras.
Manuel Jular
P. S.: En otro orden de cosas, hace no demasiados días, algunas de las partes menos nobles de mi persona –las tripas– generando un dolorosísimo e insoportable barullo, derribaron buena parte de mis escasas (y ahorrativas) defensas, apartándome más de quince días de los preparativos de la exposición.
Como la muestra ha podido ser montada, quiero dedicársela a las magníficas gentes de la sanidad pública leonesa. Desde la “familia” de Urgencias (Begoña, Mercedes, Marisa y nombres que es difícil recordar colgado del “árbol” de los sueros y calmantes) a los facultativos de Digestivo, Hematología, al cirujano Jesús Fueyo y sus compañeros que me sacaron del lío, hasta ahora, sin “amputaciones”. Gracias a todos ellos, así como a Conchi, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras de la planta décima. Perdón si recuerdo mejor su buen trato y abnegación, que sus nombres. A todos ellos, repito, mi más cálido agradecimiento.
Portada
A propósito del Guiñol de la Intolerancia
No es seguro que, cada vez que se crea o fabrica algo, haya que justificarlo. Sin embargo, a mi, Manuel Jular, de una raza de pintores en minoría –los pensantes melancólicos–, no sólo me parece necesario, sino una tentadora obligación. Aunque, a menudo, la explicación se enmarañe y sume a la obra un plus de “poética” oscuridad.
Veamos: Estaba en Roma, con Toe y Cristina Jular. Paseábamos la maravillosa Campo de’ Fiori. Puede que la plaza no deba su nombre a Flora, famosa concubina del Pompeyo, sino a que alguna vez, en vez de mercadillo y baretos, haya estado cubierta de malvas y margaritas. Lo históricamente cierto es que en ella se aventaron las cenizas de Giordano Bruno –ciudadano de la Europa de entonces–, quemado vivo por el dubitativo Clemente VIII, tan indigno de su patronímico.
Bromeábamos sobre si la estatua, que hoy honra al “hereje”, da la espalda o enfrenta la Pétrea Basílica. Pero la verdad es, que la terca libertad de Bruno daba por el culo (coloquialmente) al Vaticano y que la sacratísima/secretísima sede tomó, por ello, la decisión de tostar el culo (salvajemente) al exdominico. Verde y con asas.
Vuelto a la Capital del Invierno, me puse a dibujar, o a digitalizar, si ustedes lo prefieren. En definitiva: a pintar al valiente monje y, mientras tanto una vez más, tascaba personalmente el freno de la infamia y dolor, que las políticas religiones imponen.
Porque después de Giordano, vino el asunto Galileo. Y no era sólo la catolicidad. Ésta “sólo” había quemado a Miguel Servet en efigie, pero Calvino le asesinaba en nombre del protestantismo. Y Henry VIII apiolaba a Tomás Moro bajo pretextado anglicanismo.
En este teatro de la intolerancia eché un vistazo hacia el pasado –no por más lejano menos vívido– y me encontré con Sócrates, él tan monoteísta, condenado “democráticamente”...¡por impiedad! Yo estaba al borde del ataque y los socarrones dioses sonreían une fois de plus.
Es difícil saber –si se entra en el retablo de cultos persiguiendo burlas– cuándo el personaje empieza a pesar tanto como el autor, lo mítico tanto como lo histórico y finalmente el gran abuelo se totemiza en dios. O cosa parecida. Además, ¿Quién es más real? ¿Homero –múltiple o único–, o sus héroes Odiseo y Aquiles?¿Sófocles, casi desconocido, o Edipo, del que sabemos más de la cuenta?
Este robot genético que es el hombre, suele comportarse como una marioneta de seres que inventa, para evitar el horror de la caótica nada. Así Prometeo, que recrea hombres y les trae el secreto del fuego celestial, paga su filantropía torturado eternamente por un dios cachondo y prevaricador, Zeus, que es el mal invento de la necesidad humana de un gran padre perpetuo.
En este rincón de agravios, si algo nos sorprende, es siempre la maldad. La pobre Antígona, hija del incesto de Edipo, será sacrificada por un exceso de amor filial: desobedecer una injusta ley y enterrar a su hermano Polinices condenado a fantasmal vagar terrestre. Aquí el agravio se consuma bajo otra “diosa” mitificada por el poder: la justicia. Themis, que –como todo invento homínido– cada vez es menos ley natural y más fuerza autoritaria. A veces –los malignos– no son los dioses sino las sacrosociedades que los necesitan a través de los sacralizadores que los inventan.
La confianza en el género humano se tambalea. Por eso estas láminas son, en cierto modo, un ajuste de cuentas y por ello la explicación va a ser tan incompleta como lo es el propio catálogo de personajes (inocentes, injuriados, humillados, mártires...) que he reconocido.
Finalmente, (es un ejemplo) pienso que, no debía ser fácil para alguien como Demócrito intentar convencer, al personal paisano, de que el alma estaba formada por livianos átomos –invisibles por ello–, y que el cuerpo lo estaba de otros más pesados, mientras se le escapaba una de sus extravagantes risas. A veces uno no sabe de qué se ríe.
En estos devaneos mentales empezaron a cuajar estas láminas, de técnica cimarrona y significado mulato. Ahistóricas y ucrónicas, teñidas de leyenda, citas plásticas y préstamos de lo antiguo, no están en riguroso orden, ni creo que lo necesiten. Tampoco son caóticas aunque lo quisieran. Pido comprensión para el humor. La ironía quizá no pudo librar a Swift de la cárcel –ni a Sócrates de la cicuta–, pero al menos libera mis arterias de un exceso de presión.
Y por una vez acompaña a estos dibujos una necesidad casi angustiosa de hacer de ellos pública exportación.Los “videntes” de estas mis visiones tendrán que perdonar la parte oculta de mis pensamientos. O inventarla por mí. Como dicen en mi pueblo: Esto son lentejas...
Manuel Jular. León 2010
Victoriano Crémer
Centenario.
Pié forzado
Los fuertes condicionantes que tiene todo retrato (parecido, expresión,...) son difícilmente soslayables aunque el pintor no sea especialmente figurativo.
En este caso el ordenador apoya con el tratamiento de algunos filtros una cierta disolución de la imagen fotográfica, de modo que se convierta en algo más pictórico, o ilustrativo. Es una faceta más del trabajo plástico de Manolo Jular, que me ha parecido interesante traer hoy a este blog. Hoy son tres dibujos. Otro día colgaré más.
En las imágenes, dos escritores leoneses, que curiosamente "fueron nacidos" fuera de León. El poeta Gamoneda vino al mundo en Asturias y Victoriano Crémer (recientemente fallecido) en Burgos. El tercero, Luis Mateo Díez, novelista, académico y multipremiado, nació en una fantástica zona, gloriosa urdidora de historias: la montaña leonesa.
Marta Delgado de Klee. Diciembre de 2009
Hace cuarenta y cinco años...
Bien entrada ya la segunda mitad del siglo pasado, Manuel Jular pintaba estos paisajes de la tierra leonesa, en los que su personal manera de entender el expresionismo deja traslucir una cierta admiración –no seguidismo– por otro magnífico pintor y vitralista leonés: Luis García Zurdo.
Siete pinturas
Ante la Muralla. 1964.
En León
Paisaje otoñal. 1964
En el Hotel Conde Luna
Paisaje. 1965.
Jular en el Conde Luna
En el Conde Luna de León están estos siete paisajes, que fueron comprados por el director Sr. Ripoll, para los antiguos propietarios del hotel, a instancias y decisión de los decoradores Eduardo Boado y Cándido F. Inchaurbe. Tras pasar por diferentes avatares y colocación, la cafetería entre otros lugares, los cuadros decoran ahora los vestíbulos de varios pisos.
Félix Diez Bolaños, trabajador del hotel, nos ha proporcionado las fotos que reproducimos. Manolo Jular, poco proclive siempre a guardar fotos de su obra antigua, agradece al amigo Félix esta recogida casi "arqueológica".
Bach en el Bar Fornos
Cuando Miguel y Carlos González Muñíz pensaron en poner en marcha estas “miniexposiciones” del Fornos me pareció una gran idea. No por su novedad, pues otros bares leoneses lo han venido haciendo con muchos de los pintores “menos” mayores y en algunos casos con gran – o suficiente– éxito.
Aquí, la situación privilegiada y la amplia, y sobre todo plural, clientela “tapivinícola”, convierte el Fornos en un lugar de encuentro muy interesante, para mostrar en pequeño formato, la obra pictórica o fotográfica de algunos de nosotros. Así, entre idas y retornos de las magníficas naturalezas fotográficas de Carlos, hemos visto cuadros de Laszlo Bartha y pinturas muy directas de Karlos Viuda.
Ahora, aprovechando la Semana Santa y lo que queda de abril, podéis ver unas pinturas digitalizadas y ploteadas sobre papel Archer, realizadas en un ordenador por Manuel Jular.
Las pinturas, que son cinco, forman parte de una serie mayor que gira alrededor de la música de Juan Sebastián Bach. el pintor entra en ellas en el mundo emocional y profundamente religioso del Cantor. Intentar recrear sobre el plano estático de las dos dimensiones todo el misterioso poltergeist de un coral que finaliza en una fuga (por ejemplo), sería una empresa inútil, además de imposible. Pero sí es posible diseñar formas, colores, gestos, etc... o sea: elementos propios de la pintura, que pongan de relieve las sensaciones que produce la música. Pongamos por caso, la placentera serenidad de algun adagio bachiano, la melancolía crepuscular o nocturna de un tempo largo, el estallido solar de una chacona, o naturalmente, el propio giro vertiginoso del coral fugado de nuestro ejemplo.
El pintor medita un orden, su voluntad de forma talla líneas o manchas, que se sitúan en el sitio deseado (ora precisando, ora automáticamente) con su caligrafía gestual. Pero gestos, o acciones, están destinados a quedar irremediablemente anclados. El color vibra por contraste y por contraste se apaga. Puede templarse, fundirse, respirar por encima de otro en sutiles transparencias desiguales. O deslizarse descolgándose hasta una diminuta gota capilar. Pero al final todo queda quieto, colocado, estático.
Es el espectador quien puede activar o poner en acción el cuadro pintado. Este no puede ser “entendido” de golpe. El ojo va a descubrirlo por zonas, gestos, colores... El ojo contempla el cuadro desintegrándolo para volver a su significado (o significante). El ojo recorre un camino a lo largo de un tiempo y eso hace que lo pintado no sea un único acorde (cluster) paralizado. Esa dimensión temporal es (como si fuera) “musical”. Por lo tanto, el espectador es quien termina de definir el cuadro y sus límites “sonoros”. Marcel Duchamp, en una “boutade” muy en su estilo, decía que “contra toda opinión no son los pintores, sino los espectadores quienes hacen los cuadros”. Esto sería del todo cierto, si la frase se tomara en el sentido en que he escrito más arriba.
Es de esta modo, como creo que debería entenderse la relación de la pintura de Manuel Jular con la música en general, y en este caso particular con la del Viejo Peluca. De las imágenes expuestas, en cuatro de ellas, fugitivas formas gestuales flotan sobre lentos (adagios, largos...) azules nocturnos sorteando móviles barreras envolventes de vagas geometrías (círculos, hexágonos...). En una de ellas, Coral, la acumulación de los gestos caligráficos ilumina la sugerencia vitral de un rosetón de fuegos de artificio, tal que un amén fugado del músico. En la quinta pintura, sombras diurnas tornasoladas pululan centrífugas hasta escapar de un brillante y soleado albero. Por ello esta imágen recibe el título de Chacona, como una de las más gloriosas danzas que Bach compuso...
Marta Delgado de Klee
Este texto incompleto pertenece a un pequeño folleto informativo de lo expuesto en el Fornos.
Falsimetrías
Carré. 2009
Falsimetrías
Dos de bastos. 2009
Falsimetrías
Equis. 2009
En construcción...
En ello estamos. Inevitablemente en "perpetua" y contínua construcción. Haciendo un viaje espiral, que evite los carrefours, que haga los menores nudos posibles, que no termine en un enredado ovillo. Así está este pintor, MJ. Y así pienso contarlo en este blog, donde lo gráfico va a tener preponderancia sobre lo escrito, porque de eso se trata. Marta Delgado de Klee. Marzo de 2008. León. España.
Micropaisaje. 2008.
El lento y cálido verano
Hace más de un mes que no escribía una sola línea en este cuaderno. Jular ha estado unos cuantos días al sol y yo no tenía conciencia de si había trabajado en algo nuevo. Parece que sí. El estilizado pensamiento de esa imagen titulada Verano marinero, lo demuestra. Pero no es la única.
De modo que en los próximos días iremos dando noticias gráficas. Quizá, aunque suficientemente corto para no ser pesada, algun análisis acerca de series todavía no vistas en estas páginas.
Marta.Agosto de 2008
Sobre el rectángulo
La divagación del cuadrado (2008)
Petrocódigo (2008)
El código suele ser el mensaje.
Julia Horcajo, amiga, camarada comunista
Así te ví. Hace apenas dos años. Todavía no se habían cebado en tí las hélices del dolor y la pérdida de memoria, pero creo que la tortura ya comenzaba. ¡Esos ojos!... Los volví a ver hace poco, querida resistente, días antes de que abandonaras toda esta basura. Ellos escondían detrás un pasado vivido de homicidas patrioteros, de hambres adolescentes, de angustiosas carencias y miedos a los sayones del general. Después la lucha. Ideas contra palos. Tantos años más/menos peligrosos para venir a dar en una “cómoda democracia” con rey y todo, larvada de ladrones y traidores. ¡Buenos días, tristeza! ¡ Bienvenida fatal insania! ¡Ay mi Juliana, carita de manzana! Como tu no creías en dioses, reyes, etc. y yo tampoco, no me queda ni el consuelo de blasfemar. Pero estarás aquí en mi cuaderno, como estás en mi espíritu. Por siempre. Julia, camarada querida: ¡Arriba, parias de la tierra...! Manuel Jular
Spirto gentil, larve d'amore
Capullo del desaliento.
Spirto gentil,...
Larva de la duda.
Nonsense
Spirto gentil, de sogni miei brillasti un di ma ti perdei. Fuggi dal cor, mentita speme, larve d'amor, fuggite insieme!...
(Donizetti, La favorita, Acto III)
Son los cuatro últimos dibujos que Manolo Jular ha hecho. Dentro de nada serán antiguos, y en parte ya lo son. Sus títulos son: Capullo de la indiferencia, Larva del pensamiento único, Capullo del desaliento, Larva de las dudas...
Curioso sinsentido: tienen poco que ver (pese al I'm loving) con el llamado amor profano. MDG.
Roques
Jular/1989
Nicanores
Jular/1988
Casa de León en Madrid
Fué una pequeña exposición muy ligera y afortunada. La pintura era de un cierto naturalismo facilmente reconocible y, cosa rara, optimista.
Paisaje tranquilo
Jular/1988.
Los compañeros de La Palabra Pintada
AmancioGonzález, Bruno R. Armesto, Manolo Sierra, Félix de Agüero, Raquel Roldán, Luis F. Sanz, Noé Bermejo, Jonathan Notario, Mikbaro, Javier Zabala, Karlos Viuda, Diego Blanco, ToñoBenavides, Gonzalez Macias, Blanca Amores, NoeliaOblanca, Silvia Prada, GregoriSaavedra, T. Mori, Manuel Gil, Máximo Tuja, Maria Luisa Torcida, Pablo Garcia, Modesto Llamas Gil, Alejandro Terán, Salvador ArmestoNúñez, Jorge Barrientos, Enrique Lorenzana, Juan Carlos Mestre, Elena Iglesias, Fernando Ampudia, Ana Rodriguez, Juan Darien, Lolo, Carmen García, GracielaFernández, y Manuel Jular; siendo los autores de los textos del catálogo: Carlos Trigueros y Luis GarcíaMartínez. Puede que no estén todos los que son, pero los que están sí son. En toda exposición colectiva hay gente (naturalmente que sí) que no quiere estar y otra que no debe estar (aunque quizá quisiera). C'est dommage...
Tres nuevos paisajes
Senderos bachianos, 2008.
Tres nuevos paisajes
Serradas veredas, 2008.
A modo de cortante naturalista
Sant´Ángelo. MDK:
Pequeños formatos, 1987
Espinos felices
Pequeños formatos, 1987
Set ball.
Pequeños formatos. 1987
Pacífico Jinete
PEQUEÑOS FORMATOS
Es el título genérico que MJ puso a una exposición, que se celebró en León, en la sala de la Bibioteca Pública del Estado, durante la primera mitad del mes de febrero del año 1987. Eran obras "tranquilizantes" que estaban realizadas con técnicas mixtas trabajadas con cierto primor. La muestra marcó el punto de inflexión, u otra vuelta de tuerca (o de espiral) de la proximidad de Jular con la figuración. La exposición tuvo un relativo éxito, incluso crematístico, pero el pintor no ha vuelto a acercarse a las poéticas "naturalistas". M. D.
Divagaciones
MJ/2008.
Divagaciones
MJ/2008
Divagación Venusberg
MJ/2007
Trabajo de forzado
Desde que Jular dejó de lado los pinceles convencionales para trabajar solamente con los programas de diseño por ordenador, el pintor le ha echado tantas horas a las máquinas, que casi parece formar parte de ellas. Esto podría ser exagerado, pero los centenares de imágenes, que esperan salir a la luz tras la organización, autocrítica, etc. a los que la soberbia creadora del autor somete sus obras, dan, o darán fe de esto que escribo. Y lo harán, antes o después, pese a su timidez (o incapacidad) para resolver las logísticas y economías de que dependen las exposiciones, pues ahí están.
Una veintena de diseños alrededor de la obra de Antonio Gamoneda. Las docenas y docenas de "grafomúsicas", o homenajes a la música y músicos preferidos. La serie, que lleva provisionalmente el título de Jáculas, máculas y al revés... Las espirales de Jular... los paisajes interno/externos, etc..
Todo ello forma parte de un continuum , que de no estar guardado digital y virtualmente, empezaría a no tener cabida física, ni en estudios, o salas de exposiciones. Ni, probablemente, en las estructuradas salas de algun museo.
Espirales...
Ojo de cacatúa. 2007
Espirales...
Giordano. 2007.
Espirales...
Sunami. 2007
Espirales...
Goya I. 2007.
Espirales...
Rotkowitch. 2007
Espirales...
Spyviva. 2008.
Espirales...
Bellini. 2007
Espirales...
Rossini II. 2008.
Espirales...
Espía. 2008.
Manuel Jular
Autorretrato. 2006.
A la manera de lo que en gastronomía llamamos cortante: Esto sí que es un paisaje bien pintado.
Naturalmente no es de Manolo Jular, sino de Amedeo Modigliani, y se puede ver en Madrid, en el Museo Thyssen Bornemisza.